“Somos parte del problema, pero también somos parte de la solución”. Así comienza el artículo “Cooperar para transformar” de la revista Guix del pasado mes de diciembre, donde la Escuela de Emprendedores ha tenido el placer de participar para mostrar otra alternativa educativa que ayude a plantear nuevas formas de actuar desde la cooperación.
Acabamos de entrar en un año 2022 lleno de incertidumbre. Por un lado, por la actual pandemia Covid-19, que ha transformado la manera de relacionarnos en nuestro entorno y que desgraciadamente está creando polarización social; por otro lado, por el cambio climático, concepto que ya forma parte de nuestro vocabulario habitual y que va vinculado a la urgente sostenibilidad del planeta. Con estos grandes desafíos, más que nunca, la cooperación global es necesaria. Pero desde una perspectiva geopolítica no se acaban de lograr soluciones efectivas y a corto plazo, como se demostró en la pasada Cumbre COP26 de Glasgow. Por lo tanto, debemos poner el punto de mira en la ciudadanía, tanto de manera individual como colectiva, y añadir un nuevo propósito de año nuevo a nuestra lista: cambiar hábitos y maneras de actuar que ayuden a mejorar la salud de nuestro planeta, y al fin, de nosotros mismos y las siguientes generaciones.
Desde hace años en las aulas de primaria, siguiendo las directrices del Currículo y de manera transversal, se empezó a trabajar la educación ambiental. Así, y junto a otras campañas de sensibilización, se ha conseguido que las famosas «3R» de la ecología (Reducir, Reutilizar y Reciclar) vaya ganando terreno y oriente a nuestra sociedad hacia el reciclaje y la gestión de los residuos. Este concepto apareció en 2005 y nos ha servido para combatir la crisis ecológica, que no para de ganarla. Y es que no podemos seguir pensando que la educación ambiental es suficiente con estas «3R’s».
Vivimos en una sociedad que favorece el consumo y en la que nos hemos convertido en ciudadanos de “usar y tirar”, seguidores de la economía lineal. Pero es fundamental que seamos conscientes de que los consumidores jugamos un papel clave para que las empresas adopten una conducta empresarial responsable (RSC). Por lo tanto nuestro reto ya no es solo reciclar o reutilizar, es un cambio más profundo y que implica ciertos “sacrificios” que debemos entender para poder actuar. Se trata de cambiar nuestro modelo de consumo hacia uno más responsable, que incida sobre todo en la primera «R»: la reducción de nuestro consumo, la reducción de la explotación de los recursos naturales y la reducción de los residuos que generamos.
Lo que este cambio implica puede parecer un poco difícil, sobre todo teniendo en cuenta que a un día de la noche de reyes, centros comerciales, tiendas y los comercios digitales están llenos buscando regalos que a veces ni necesitamos.
Es un buen momento para empezar y convertirnos en consumidores conscientes y críticos. Unas preguntas antes de comprar cualquier producto nos pueden ayudar. La primera sería: “De verdad necesito comprarlo?”, y si la respuesta en “Sí”, hay que hacerse una segunda pregunta: ¿Qué repercusiones sociales y medioambientales va a tener mi compra?, una tercera pregunta sería: ¿Qué tipo de comercio quiero favorecer?. Podríamos hacernos muchas más antes de una compra, pero empezaremos por estas tres.
Os animamos a convertiros en el “NUEVO CONSUMIDOR RESPONSABLE”, que busca tanto un beneficio individual como social al hacer sus compras o contratar servicios. Empezamos de manera individual a dar ejemplo a nuestros hijos e hijas. Porque solos también podemos hacer cosas, aunque la repercusión global parezca casi invisible, porque como decía Ghandi «Sé el cambio que querrías ver en el mundo».