La clave para solucionar la problemática del cambio climático es impulsar un nuevo modelo económico.

La clave para solucionar la problemática del cambio climático es impulsar un nuevo modelo económico.

La palabra sostenibilidad está en la boca de muchas personas, en la publicidad, en los centros educativos la sostenibilidad y, en especial los ODS se han puesto de moda. Esto último es una alegría. Sí, ahora todo es sostenible. Todo: entidades bancarias sostenibles —y las hay, pero son pocas—, ¡campos de golf sostenibles!, hasta «menstruación sostenible», que podría ser.

Pero ante esta lluvia de «todo sostenible» es importante que las personas que nos preocupamos por el tema, seamos críticos. No por llevar la etiqueta se es sostenible. Aunque verdaderamente alegra que la gente se quiera poner la etiqueta. Eso es un indicador, que nos dice que hay un mercado, una demanda. Es una señal de que en la sociedad algo está fructificando.

No olvidemos que sostenible es cualquier producto, servicio o lo que sea, que se sustente en los tres pilares de la sostenibilidad —los tres, no dos—: conservación del medio ambiente, desarrollo de la economía local y mejora de la vida de las personas (ver figura). Y como reza la definición: «satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las futuras para atender sus propias necesidades», esto supone responsabilidad y ética. Esta modelo, el de la sostenibilidad, se inicia en 1972 y se recoge en Los límites del crecimiento, de D. L. Meadows y otros. Y se asienta con el informe Brundtland, en 1987, donde se establece «oficialmente» el término desarrollo sostenible y la definición dada anteriormente (leer Nuestro futuro común). Así pues, el desarrollo sostenible no es una moda, es una necesidad.

 

Figura: esquema con los tres pilares que rigen el desarrollo sostenible (Natura y Cultura Servicios Ambientales, S.L.)

 

Y que es una necesidad lo apuntalaba el maestro Arcadi Oliveres en una reciente conferencia organizada por la cátedra de Economía del Bien Común de la Universidad de Valencia. Necesitamos un cambio orientado hacia la sostenibilidad, con otro modelo económico distinto al actual. Este satisface a poca gente. Por una parte, no cubre las necesidades de la sociedad: todos los días mueren de hambre 25.000 personas; mientras que se desecha el 30% de los alimentos que producimos. Por otra parte, las desigualdades sociales y en la economía son abismales: 26 personas en el mundo manejan los mismos recursos —para entendernos podríamos decir dinero— que tres mil millones de personas (26 vs 3.000.000.000); y muy importante la grave problemática ambiental: agotamiento de los recursos, contaminación… y, por supuesto, cambio climático.

La causa de esta problemática está en dos aspectos: el modelo económico, fundamentado en el consumismo, y la visión próxima y cortoplacista —defendemos los intereses de cada cual, y no pensamos en el futuro—. Aquí deberíamos escuchar al señor Woody Allen: «me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida» y a ello podríamos añadir: «y otras personas que no han nacido».

Así que, concluyendo, el desarrollo sostenible no es una moda. Es una necesidad y a la vez la oportunidad de crear puestos de trabajo —con nuevas empresas—. Necesitamos un cambio de modelo económico, para el que la ciudadanía es fundamental.  El nuevo modelo económico debe estar basado en la sostenibilidad: cuando tengamos en cuenta la economía local, a las personas y al medio ambiente, estaremos en condiciones de solucionar la problemática del cambio climático.

La reflexión, la educación a todos los niveles, es una gran herramienta para reorientar nuestro territorio y nuestra sociedad hacia un nuevo modelo de economía en la que prime el bien común.

 

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